¿Dejas las cosas para mañana?

 

 

¿Pospones con demasiada frecuencia?, ¿Te dices a menudo que has de hacer cosas pero no las acabas? ¿Te propones tareas, te enfadas contigo mismo y te sientes culpable porque frecuentemente las retrasas? ¿Cuándo pospones una tarea sueles tener buenas razones pero se convierte en una constante?, entonces es posible que procrastines.

La procrastinación es la acción o el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

¿Por qué Procrastinamos?

Existen tres factores clave que explican este comportamiento: el valor, la impulsividad y la expectativa. Es decir, si para nosotros la tarea tiene poco valor, o la recompensa esperada es mínima, es más fácil que abandonemos. De la misma manera, alguien impulsivo es más probable que se rinda ante lo que le apetece hacer realmente.

Otra de las razones por las que pudiéramos estar posponiendo un trabajo es porque no sabemos cómo gestionarlo, porque creemos que no va a salir bien o que no estaremos a la altura de la misma. Si una tarea nos parece demasiado complicada, grande o indefinida, es mucho más probable que nos agobiemos porque es más difícil afrontar cosas abstractas y terminamos dejándolas para después.

Si se puede dejar de Procrastinar

Para empezar, debemos identificar porque nosotros procrastinamos. Cuanto más útil haya sido a una persona el presionarse para conseguir resultados, con más probabilidad intentará volver a conseguirlos por medio de la presión y la exigencia. Sin embargo no siempre presionarse más garantiza conseguir lo que uno necesita o lo que uno se dice que es importante conseguir.

Dejar de procrastinar se consigue haciendo la tarea pendiente, pero también decidiendo no hacerla. Aquí detallamos algunos consejos que te ayudarán a favorecer el hacer cosas y la toma de decisiones sobre lo que debes y quieres y hacer y lo que conscientemente puede esperar.

  1. Utiliza la Regla de los Dos Minutos. La Regla de los Dos Minutos tiene su origen en GTD y dice que si estás planificando una acción que se puede hacer en menos de dos minutos, no la planifiques; hazla. Puedes extender ese tiempo a 5 ó 10 minutos. Si haces de esta regla un hábito, habrá una multitud de tareas que no vas a tener la oportunidad de posponer.
  2. Evita las distracciones. Cuantas más tentaciones tengas para hacer otra cosa en vez de lo que tienes que hacer, más fácil será procrastinar. Mantén el móvil, las notificaciones y el acceso a internet desconectados cuando te dispongas a afrontar tareas complicadas.
  3. Divide el trabajo en tareas pequeñas y concretas. Un proyecto grande y complejo puede resultar abrumador. Al dividirlo en pequeñas tareas consigues ver claro el camino y la resistencia a enfrentarte a él disminuye.
  4. Gestiona tu energía, no tu tiempo. Es importante que trabajes en tus mejores momentos. Si estás agotado o de mal humor, tus probabilidades de procrastinar aumentan considerablemente. Para tener una mejor actitud, descansa lo suficiente, controla tu nutrición y haz ejercicio.
  5. Establece una recompensa para cuando termines esa tarea que se resiste. Motívate pensando en lo que harás después de hacerla—algo que realmente te apetezca, te relaje y no suponga ningún esfuerzo. Define tus propios incentivos.

    No todo es Malo

    Como todo siempre presenta un balance, se ha determinado que también procrastinar en muchas oportunidades estimula la creatividad. Es así como El profesor Adam Grant de la Universidad de Pensilvania dice que nuestras primeras ideas generalmente son las más convencionales, pero si esperamos y le damos tiempo a nuestras ideas para que evolucionen, se nos ocurrirá algo realmente original.

    Es fácil buscarse una causa que justifique no tener que afrontar lo que no deseamos, lo principal en esto es ser honestos con nosotros mismos para así poder tomar las mejores decisiones orientadas siempre a nuestros bienestar, físico, mental y emocional.

    Escrito por Shayla Carvallo 

Aviso